Escobar: “Los extremos vistos en Haití se dan cuando no se respeta la institucionalidad y no se reconocen las elecciones”
El catedrático y columnista de La República, Ramiro Escobar, sostuvo que Perú no tiene el nivel de inestabilidad que confronta Haití como para especular que se parecen y explicó que los extremos de violencia vistos en este país, donde se produjo el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, “se dan cuando no se respeta la institucionalidad y no se reconocen las elecciones”.
“Quizá en el último capítulo de inestabilidad total se puede llegar a este extremo. Algunos dicen que esto se parece a lo que pasa en Perú. No, esto es muy distinto. El caos de Haití es sideralmente distinto al que podemos estar viviendo aquí”, comentó.
Haití fue el primer país latinoamericano que se liberó del colonialismo, en enero de 1804, pero, a la vez, resulta el más trágico. La pobreza, muerte y penuria ha sido el eje de su desgracia.
Desastres naturales, golpes militares y gobernantes tiranos rasgan su historia. Distingue la figura de François Duvalier, más conocido como Papa Doc, quien, tras trece años en el poder, dejó el país en herencia a su inclemente hijo, Jean-Claude, y a sus casi cinco millones de habitantes condenados a la miseria, el miedo y el fanatismo.
“Haití es lo que algunos académicos llaman un Estado fallido. Es decir, un Estado que no controla bien su territorio, que no provee servicios a la población. Casi nadie ha sido vacunado contra el COVID-19. La pandemia está en alza. Sobre todo, es un país que tiene una crónica inestabilidad. No es de ahora, es desde los inicios que quiso ser una suerte de imperio caribeño”, precisó Escobar.
También señaló que “no es que los haitianos sean per se (por sí mismo) así, sino que las constantes incursiones de grandes potencias generaron una situación que nunca instauró una real estabilidad”.
Jovenel Moïse, el infortunado mandatario, desunió al Parlamento, “no tenía reconocimiento de la población, tenía una fuerte oposición en la calle. Aparentemente permitía bandas armadas, entonces, lo que vemos es la consecuencia de un caos crónico que tristemente seguirá perjudicando al país”.
Respecto a la autoría del asesinato manifestó que hay varias hipótesis, “pero ninguna está confirmada”. Nadie ha reclamado la autoría, “pero por un lado sospechan de los grupos de poder económico a los cuáles él había viciado, pese a que él era un empresario grande”. Denunció que había presión de grupos de poder económico “que él llamaba una oligarquía que trató de manejar siempre al país o acomodarse al poder de turno”.