Luego de la destitución de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil, el mandatario interino Michel Temer juramentó como nuevo Jefe de Estado hasta el 1 de enero de 2019.

"Prometo mantener, defender y cumplir con la Constitución; observar las leyes y promover el bienestar general del pueblo brasileño; sustentar la unión, integridad e independencia de Brasil", declaró Temer en la ceremonia de investura.

El nuevo presidente asume un país en inflación, déficit fiscal, escandalosos casos de corrupción política y una parte de la población en su contra que reclama a la exmandataria,quien asumió la decisión del Senado y prometió volver.

"Ellos piensan que nos vencieron pero están equivocados, sé que todos vamos a luchar  . Habrá contra ellos la más firme, incansable y enérgica oposición que un gobierno golpista pueda tener", precisó Rousseff.

Algunos líderes de la región también manifestaron su rechazo a la destitución. Ecuador, Bolivia, Venezuela y Nicaragua condenaron ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) lo que a su juicio es un golpe de estado parlamentario.

Los gobiernos de Rafael Correa y Evo Morales también anunciaron que retirarán a sus máximos representantes diplomáticos de Brasilia.