El jirón Huanta 840, en Barrios Altos, se convirtió hace 30 años en el escenario de una masacre cruel y despiadada. Alrededor de las 10:30 de la noche, armados con ametralladoras y con los rostros cubiertos por pasamontañas, seis miembros del Grupo Colina interrumpieron en una pollada vecinal y asesinaron a 15 personas, entre ellas un niño de solo 8 años. 

La reconstrucción del crimen estableció que los agentes del Servicio de Inteligencia obligaron a sus víctimas a tenderse boca abajo, dispararon sin discriminar y remataron a los heridos con tiros de gracia. En la escena se encontraron 130 casquillos de bala.

Los testimonios de los integrantes del Grupo Colina, al mando de Santiago Martín Rivas, revelaron, además, que la masacre fue planificada, igual que la fuga de los responsables, quienes incluso se movilizaron en portatropas del Ejército.

En su defensa, los asesinos intentaron sindicar como senderistas a las víctimas, versión que fue descartada en las indagaciones posteriores. 

Aunque la matanza ocurrió el 3 de noviembre de 1991, las investigaciones avanzaron con mucha dificultad dadas las leyes de amnistía a favor de militares promovidas por el régimen de Alberto Fujimori y la disolución del Congreso en 1992, acción que frustró el trabajo de una comisión investigadora. 

Recién en 2007, tras la intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se inició un juicio oral que terminó con las condenas a 25 años de cárcel contra Vladimiro Montesinos y el expresidente Alberto Fujimori, este último fue declarado autor mediato de la masacre, ya que tenía el dominio sobre las operaciones del destacamento Colina.