Jhoel Herrera, deportista profesional y jugador del Real Garcilaso, fue víctima -nuevamente- del racismo que aún no superamos los peruanos y que se expresa en esferas como las futbol, espacio en el que hipotética e irónicamente solo debería importar las habilidades y capacidades deportivas de sus protagonistas.

Ayer, en el minuto 92 de un encuentro del Melgar y Real Garcilaso, Omar Fenández recibió una falta de Herrera. La respuesta de hinchas del Melgar fue insultos racistas para el defensa. Herrera no se amilanó y hasta se levantó la camiseta para mostrar orgulloso el color de su pecho.

"Estoy asqueado y me duele la ignorancia de las personas, pero qué voy a decir ya, nunca se hace nada y luego dicen que me quejo. Me gustaría que lo vivan en carne propia a ver si les va a gustar", dijo luego a la prensa especializada.

Muy desalentado, Herrera habló de querer alejarse (por algún tiempo) del fútbol local: "Quiero que acabe el torneo, ojalá salgamos campeones, irme a mi casa y salir de todo esto".

Jhoel Herrera es padre de familia y el dolor que más le provoca el maltrato racista es como sus hijos pueden tomar esto: "Estoy harto, ya no sé qué más decir. Me da pena por mis hijitos, que ven esto por la televisión. Yo trato de educarlos de la mejor manera y hay cada ignorante que malogra el trabajo de uno".

Sobre el racismo

El racismo es un instrumento de opresión, de violencia simbólica, mediante el cual un grupo social usa como pretexto rasgos de la apariencia de grupos sociales para descalificarnos y  someterlos a su poder, desarrollando discursos e instituciones sociales que las avalan y reproducen.

En el Perú, el racismo aparece con la dominación de la corona española, que instauró un régimen que dividía y controlaba a la población local, a través de la creación de diferentes regímenes jurídicos y sociales según la “raza a la que pertenecían” (De indios, de mestizos, de negros).

Estas categorías nada tenían que ver con las capacidades (ignoradas arbitrariamente) de los sometidos. Los peruanos no debemos olvidar el extraordinario nivel –de talla nivel mundial- de la ingeniería, arquitectura, artesanía, etc. desarrolladas por nuestros pueblos prehispánicos.

(Redactor: @josezamalloaj)