Un nuevo terremoto golpeó la zona suroeste de Japón, afectada por los últimos sismos y cientos de réplicas que dejan al menos 32 muertos, aunque las autoridades temen que el balance de víctimas se incremente.

Medios nipones informaron que además de los fallecidos hay cerca de 1,600 heridos y 27,000 evacuados.

Decenas de casas, muchas de ellas antiguas y construidas a base de madera, quedaron parcialmente destruidas.

Alrededor de 44 mil personas tuvieron que refugiarse en centros de acogida donde se les bridó comida y agua potable.

El gobierno declaró el estado de catástrofe natural y envió al lugar más de 6,500 hombres entre bomberos, policías y soldados para atender las emergencias.

En medio de la tragedia, un bebé de ocho meses fue rescatado ileso de entre los escombros de una casa derrumbada en la devastada ciudad de Mashiki, ubicada al centro del país, devolviendo así la esperanza de encontrar a más personas con vida entre los escombros.

Un grupo de sismólogos vincularon los continuos movimientos telúricos a la erupción del volcán Aso, ubicado en la prefectura de Kumamoto. El macizo arrojó ceniza volcánica a varios kilómetros a la redonda.