Maradona: El genio argentino más grande de la historia del fútbol
El ídolo argentino Diego Armando Maradona, que murió este miércoles de un paro cardiorrespiratorio, pudo haber sido el jugador más grande de la historia del fútbol. Pero fue mucho más que eso.
Fue un personaje mundial que nació el 30 de octubre de 1960 en Villa Fiorito, un pequeño y pobre pueblo de los suburbios de Buenos Aires, Argentina, como el quinto de ocho hermanos en una familia que dependía del trabajo de lanchero del padre.
Como su vida, los triunfos futbolísticos de Maradona tuvieron un grado de épica que lo convirtieron en héroe para dos pueblos íntimamente relacionados y particularmente dados a las pasiones intensas: el argentino y el napolitano.
Representando a ambas hinchadas fue que Maradona le expuso al mundo no solo una zurda superdotada, quizá irrepetible, sino también un carisma para materializar demandas históricas en poblaciones identificadas con la derrota y la exclusión.
Así fue como el "Pibe de Oro", el "Pelusa", el "Barrilete Cósmico", se convirtió en "D10S".
Maradona alcanzó importantes logros en el fútbol. En orden de relevancia: un Mundial de fútbol, dos ligas italianas, una copa de Europa, dos copas italianas, una supercopa italiana, una copa del Rey de España, una liga argentina y un Mundial juvenil, entre otras cosas.
Además, fue máximo anotador de la liga italiana, tres veces goleador del torneo argentino y enésimas veces premiado como "el mejor de la historia", "el mejor del siglo", y "el mejor de las copas del Mundo".
Sus victorias, además, solían contar con lo que en Argentina se conoce como "aguante": un sentimiento de optimismo, valentía, casi atrevimiento, que daba con imágenes de Maradona sangrando, embarrado o lesionado, pero casi siempre celebrando.
Debates complejos y relativos, que en todo caso deben tener en cuenta lo siguiente: a diferencia de casi cualquier otro jugador superlativo, Maradona gestó hazañas simbólicas en el deporte más famoso del mundo, que lo convirtieron en una figura extradeportiva.
Su hazaña más famosa fue en un partido de cuartos de final del Mundial de 1986 en México contra la selección de Inglaterra. Habían pasado cuatro años desde que el ejército británico derrotara al argentino en la guerra de las Malvinas/Falklands y, en el grandioso estadio Azteca, ante los ojos del mundo, Maradona les dio a los ingleses una dosis de picardía y otra de genialidad que en su país celebraron en nombre de los 700 compatriotas muertos en combate.
La picardía fue un gol con la mano que él mismo bautizó "la mano de Dios" y la genialidad, una corrida de 52 metros en 10 segundos con el balón al pie dejando ingleses por detrás que luego fue catalogada por la FIFA como "el gol del siglo".
Días después, Argentina ganó su segundo Mundial. Y Maradona se convirtió en el caudillo de un pueblo que, supone la narrativa, no se da por vencido.
Otra de las hazañas que definen el talanto casi mitológico de Maradona ocurrió entre 1984 y 1990, los años que estuvo en el Nápoles, un equipo relativamente chico hasta entonces que, dice la leyenda, representaba a los italianos "pobres" y "negros" del sur en su histórica rivalidad con los italianos "ricos" y "blancos" del norte.
En papel de mesías, con cuatro títulos italianos y diversos partidos ganados entre tensión política a equipos de Milán y Turín, Maradona le dio a Nápoles la gloria que el sur no había conseguido en lo político, lo militar y lo económico tras 150 años de disputa.
Como la mayoría de los símbolos de la nación argentina, el valor histórico de Diego Armando Maradona es, hasta hoy, objeto de un riguroso escrutinio público que alcanza meticulosos niveles de detalle y no permite grises, sino amores y odios.