Lucía de la Cruz, entre girasoles, boleros y recuerdos

En “Miradas”, la cantante Lucía de la Cruz habló con Fátima Saldonid sobre su niñez, su familia, sus inicios en la música y los 60 años de carrera que la han convertido en una de las voces más queridas del Perú. Foto: captura.
Lucía de la Cruz no necesita presentación. Su presencia llena el estudio, su voz impone respeto y su sonrisa derrite el aire. En su paso por Miradas, programa conducido por Fátima Saldonid, la artista criolla dejó ver mucho más que su talento: mostró su alma, esa mezcla de fuego, dulzura y verdad que la ha convertido en una leyenda viva del Perú.
“Amo la música, es el complemento de mi vida”, confesó con la sinceridad que la caracteriza, mientras recordaba los capítulos más íntimos de una trayectoria que supera las seis décadas sobre los escenarios.
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LOS GIRASOLES Y SU ABUELO: EL ORIGEN DE SU LUZ
Entre risas y nostalgia, Lucía reveló que los girasoles son su amuleto de vida. “Representan el amor, la paz y la gratitud. Fue el primer regalo que me dio mi abuelo cuando tenía seis años”, recordó emocionada.
Contó que acompañaba a su abuelo en una carreta mientras él recogía vidrio, y que en cada jardín donde veía un girasol, él se detenía para regalárselo. “Yo iba cantando sobre la carreta, con el corazón lleno de sueños”, dijo con brillo en los ojos.

UNA NIÑEZ ENTRE CANCIONES Y SUEÑOS
Lucía fue una niña alegre, traviesa y soñadora. Hija de un pescador bohemio y una madre lavandera, descubrió su voz desde pequeña. “Agarraba el palo de escoba, me ponía los tacos de mi hermana y cantaba como si tuviera un público enfrente. Ese era mi micrófono”, contó riendo.
A escondidas de su padre, que no aprobaba la vida artística, empezó a cantar en la radio: Radio Nacional, Radio Mundial, Radio Lima. Allí la escucharon leyendas de la música peruana como Filomeno Ormeño y Lucho de la Cuba, quienes predijeron su futuro: “Esta chiquita va a ser grande”, le dijeron.
Su debut llegó a los 16 años, como telonera de Cecilia Bracamonte y Tania Libertad. Ganó siete soles y los llevó íntegros a casa. “Eran para mi mamá. Nunca me importó el dinero, lo que me importaba era cantar”, recordó con orgullo.

AMOR, FAMILIA Y GRATITUD
Su madre, Maruja, fue su guía y su fuerza. “Mamá era mi amiga, mi confidente. Su humildad no se puede olvidar”, expresó con ternura. Aún siente su presencia en los momentos difíciles: “A veces hablo sola, y escucho su voz diciéndome: tranquila, todo está bien”.
Lucía también habló de sus cuatro hijos, Michelle, Cristian, Enith y Xiomara. “Son mi mayor tesoro. No los quiero, los amo. Amo a mi familia, amo al mundo, porque es bello amar”, dijo con emoción.
60 AÑOS DE PASIÓN POR LA MÚSICA
Con más de sesenta años de carrera, su amor por el arte sigue intacto. “No podría vivir sin música. En casa la radio está prendida todo el día”, confesó. Y entre risas, admitió que disfruta escuchar a artistas como Luis Miguel, Karol G y Shakira: “Las canciones de Karol G no las canto... pero las bailo”, dijo divertida.
Su conexión con el público es su secreto. “Soy psicóloga del escenario. Los miro, los escucho, los siento... y decido con qué canción empezar”, comentó entre risas.

UNA ARTISTA DE CORAZÓN ABIERTO
Lucía recordó con sinceridad sus tiempos difíciles: “He sabido lo que es comer y lo que es no comer”. Pero siempre tuvo una mano generosa. “He ayudado sin conocer a la gente. Dios me dio mucho y me gusta compartir”.
Antes de despedirse, dejó un mensaje que resume su esencia: “Nunca pierdan sus sueños, porque los sueños se cumplen. Y nunca pierdan la humildad de su corazón”.
Y con la voz quebrada por la emoción, recitó lo que siente como su credo:
“En el fondo de mi alma, conmigo te llevaré. Y así la muerte no nos separe, mi voz cantará para ti. Y para el mundo. Amén”.
Puedes disfrutar la entrevista completa con Lucía de la Cruz en Miradas, conducido por Fátima Saldonid, a través de nuestro canal de YouTube.
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