Julio César Uribe: "No me he sentido mucho cuando he estado arriba y no me he sentido menos cuando he estado abajo"
En "Miradas", Julio César Uribe repasa su historia de vida, su infancia en barrio y el fútbol como herramienta de formación, con una mirada humana sobre valores, familia y sueños. Foto: captura.
En Miradas, conducido por Fátima Saldonid, el exfutbolista y referente del deporte peruano Julio César Uribe abrió el corazón y repasó su historia personal, marcada por la infancia en barrio, el amor familiar, el fútbol como oportunidad y una visión humana que hoy busca transmitir a las nuevas generaciones.
Desde el inicio de la conversación, Uribe dejó claro que su identidad está ligada al balón, ese objeto que lo acompañó desde niño y que terminó marcando su destino. Sin embargo, su relato va mucho más allá del deporte. Para él, la vida se construye desde el respeto y la dignidad. “Nadie tiene derecho a lastimarte, y todos tienen derecho a tratar de ser felices”, afirmó con firmeza. Y añadió una idea que atraviesa toda su reflexión: “Nadie tiene derecho a quitarte la sonrisa”.
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UNA INFANCIA MARCADA POR EL AMOR Y LA DISCIPLINA
Criado en Barrios Altos, entre calles, barrio y sueños compartidos, Julio César Uribe recordó el rol fundamental de su madre en la formación de valores. La separación de sus padres y las limitaciones materiales no quebraron el espíritu familiar. Por el contrario, fortalecieron los lazos. “La familia hay que recuperarla. Hay que recuperarla, los afectos hay que recuperarlos”, señaló al reflexionar sobre la importancia de la unión.
Ese entorno fue el punto de partida de un recorrido que encontró en el fútbol una vía de crecimiento. No solo como profesión, sino como escuela de vida. “El fútbol es una etapa de la vida y no es toda la vida. Pero es una etapa hiperimportante en mi vida”, explicó, subrayando que el deporte le permitió construir un futuro distinto sin perder la sencillez.
HUMILDAD, CARÁCTER Y COMPETENCIA
A lo largo de la entrevista, Uribe se definió como una persona agradecida, consciente de sus fortalezas y límites. “Conservo mi sencillez. Creo ser una persona, creo, muy humilde y muy agradecida. Pero tengo personalidad competitiva fuerte y no permito que nadie me lastime”, expresó, dejando en claro que la ambición no está reñida con la humildad.
Esa mirada equilibrada también se refleja en su relación con el éxito y la derrota. “Yo no me he sentido mucho cuando he estado arriba y no me he sentido menos cuando he estado abajo”, sostuvo, al referirse a las distintas etapas de su carrera deportiva y personal.
EL NIÑO, EL FÚTBOL Y LA RESPONSABILIDAD ADULTA
Uno de los momentos más reflexivos llegó al abordar el rol de los padres en la formación deportiva. Uribe fue enfático al advertir sobre el daño emocional que puede provocar la presión excesiva. “Qué grave es cuando un niño, por una indicación de un padre a través de una expresión o un gesto, se bloquee emocionalmente”, comentó.
LA SELECCIÓN, EL MUNDIAL Y LA DESUNIÓN
Al recordar el Mundial de España 82, Uribe habló con honestidad sobre lo vivido por su generación. “Le dimos una hermosa sonrisa al país clasificando y se la quitamos fracasando”, reconoció. Además, comentó que “a nuestra generación nos dejó la tristeza de no haberla sostenido en el mundial por desunión”.
Hoy, lejos de medir la felicidad en títulos o reconocimientos, Julio César Uribe la entiende desde lo esencial. “alcancé la felicidad a través de las personas que amo”, afirmó. En esa línea, dejó una frase que resume su visión de vida: “El amor lo entiende todo y el desamor lo aleja todo”.
Como cierre, el exfutbolista compartió dos mensajes que funcionan como principios personales y colectivos: “Vive y deja vivir. Vive y ayuda a vivir” y “Nunca tuve que apagar la luz de nadie para encender la mía. Por eso soy un hombre feliz”.
Una conversación íntima, honesta y necesaria que muestra a Julio César Uribe más allá del ídolo, desde el lado humano que hoy busca servir y dejar legado.
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