Sonidos del mundo

Sábados 4:00 p. m.

Elsa María Elejalde recuerda su vida musical y sus aventuras por el Perú y el mundo

En "Sonidos del mundo", Elsa María Elejalde repasa una vida marcada por libertad, música y un carácter que nace en su infancia. Foto: captura.

En "Sonidos del mundo", Elsa María Elejalde repasa una vida marcada por libertad, música y un carácter que nace en su infancia. Foto: captura.
14:26 horas - Sábado, 22 Noviembre 2025

La reconocida artista peruana, Elsa María Elejalde, visitó Sonidos del Mundo y repasó una vida marcada por la libertad, la música y una sensibilidad que la acompaña desde la infancia.

En el programa, Mabela Martínez presentó a Elsa María Elejalde como una figura esencial de la música peruana. Destacó su energía, su estilo directo y esa presencia que la ha acompañado desde siempre: “ella es Elsa María Elejalde (…) un personaje importantísimo de la música en el Perú”.

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La artista recordó que su apodo nació en el colegio. Explicó que su cuerpo delgado y los fierros de la dentadura llamaban la atención de sus compañeros: “era pues una especie de palito con mis piernas flaquitas”. Añadió que ese look coincidió con el peinado tipo Twiggy que estaba de moda, así que el sobrenombre quedó para siempre.

A pesar de ese aspecto, disfrutaba de su apariencia. Confesó que lo único que no le convencía era su nombre completo: “Elsa María me parecía (…) muy solemne, muy estirada”. Sin embargo, la etapa escolar la marcó de manera positiva. Aseguró que vivió sus mejores años en el colegio, donde destacó en cursos de letras e idiomas.

UNA INFANCIA LIBRE Y CREATIVA

Al recordar su crianza, Elsa describió un ambiente lleno de libertad y expresiones artísticas. “Nos criamos prácticamente en la playa (…) libre como el viento”, comentó. Tanto su madre como su padre impulsaron ese espíritu independiente y artístico.

Su papá, apasionado por el baile y el swing, también tocaba el acordeón y fomentó su vínculo con la música. Su madre, con voz de soprano, reforzó ese entorno musical en casa.

LA MÚSICA COMO VOCACIÓN

Elejalde contó que nació conectada con la música. “Mi mamá creo que decía: 'esta niñita antes de llorar cantaba'”, recordó con humor. Desde muy pequeña buscaba sonidos en la vitrola familiar hasta encontrar lo que le gustaba.

El colegio Villa María reforzó su camino artístico. Las operetas escolares la llevaron a interpretar personajes como Alicia y a descubrir el canto como un espacio natural para ella.

EL JAZZ Y LA INFLUENCIA FAMILIAR

El jazz ingresó a su vida gracias a su padre. En su casa escuchaba a Billie Holiday, Ella Fitzgerald y otras voces emblemáticas. Intentó estudiar piano, pero terminó con una guitarra Falcon y la guía de Luciano Guambachano, quien le enseñó acordes y desarrolló un oído que luego definiría su estilo. “Dios me ha dado divinamente este don del oído”, afirmó.

DESCUBRIMIENTOS, VIAJES Y ESPÍRITU LIBRE

Sus 23 años marcaron un punto de quiebre. Decidió dejar Lima y partir al Cusco para “despercudirse”. Allí vivió como una artista callejera en la plaza de Armas junto a músicos como Carl Bernstein. Compartió una vida simple, rodeada de naturaleza y cultura. Se definió en esa época como “una hippie totalmente sanota”.

Después viajó a Bolivia y finalmente a Brasil, incluyendo al recordado “tren de la muerte”. Viajó sin miedo, impulsada por la curiosidad y el deseo de aprender. En Río de Janeiro, un bajista llamado Claudio la acercó a los clubes musicales, donde comenzó a abrirse camino.

EL ENCUENTRO CON CAETANO Y SU IMMERSIÓN EN BRASIL

En las playas cariocas conoció a Caetano Veloso. Lo recordó echado “como una especie de pantera” y celebró que él hablara español, inglés y portugués. Esa conexión le permitió grabar y entrar al ambiente musical brasileño. Caetano ya admiraba a Chabuca Granda, y esa coincidencia afianzó el vínculo artístico.

Brasil la marcó profundamente. Extrañaba su hogar, pero encontraba oportunidades constantes en Río. A pesar de eso, nunca pudo grabar un disco, pues en esa época no permitían cantar en portugués si el acento no era perfecto. “Yo todavía tenía el sotaque peruano”, explicó.

EL REGRESO AL PERÚ Y SU PASO POR ESCENARIOS LOCALES

En los años ochenta regresó al país llamada por Piero Solari para participar en Un momento de descanso en el viento. Luego se sumó a espectáculos dirigidos por Juan Castro y Jaime Aparicio, siempre rodeada de músicos destacados como Roxana Valdivieso y Carlos Guerrero.

La OTI 1982 marcó un capítulo especial. Interpretó El signo en la frente, obra de Paco García y Víctor Merino, pero la pieza fue vetada por considerarla “apología al terrorismo”. A pesar de eso, el público respondió con entusiasmo y los jurados quedaron impresionados.

Aquella presentación llamó la atención de Chabuca Granda, quien la llamó esa misma noche. Le dijo: “Tú tendrías que haber ganado”, y le entregó temas inéditos al día siguiente, entre ellos Un barco ciego y Para cantar.

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