El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una alteración del neurodesarrollo que engloba una serie de características como: desatención, hiperactividad e impulsividad, siendo uno más fuerte que el otro. Sobre este tema conversamos en Más Conectados con el Dr. Carlos Méndez, neuropediatra del Centro del Autismo y Desarrollo Infantil (CADE).

Una primera aclaración que hizo el especialista es que este trastorno lo pueden tener tanto niños como adultos, pero si se detecta de manera temprana, se puede tomar las medidas para controlarlo.

“Todos tenemos algunas de estas características, pero para ser trastorno como tal debe ir más allá del promedio y que altere la vida social, laboral y académica”, señaló Méndez en el programa. Ante ello, el neuropediatra recomienda a los padres prestar atención a determinados comportamientos de sus hijos como ver si se distraen con frecuencia y no cumplen las tareas.

Algunos de los síntomas más comunes del TDAH son la hiperactividad, la impulsividad, “piernas inquietas” o tener la sensación de moverse, dificultas en esperar turnos, falta de inhibición, entre otros.

De presenciarse alguno de estos signos, los padres deben llevar a sus hijos a un especialista para hacer el diagnóstico y detectar el tratamiento más conveniente. Sobre este último punto, el neropediatra Méndez indica que cada tratamiento es individualizado, pues cada niño es distinto.

TDAH y comorbilidades

El Dr. Méndez también recalcó que, si el TDAH no es tratado a tiempo, está acompañado de comorbilidades como ansiedad o depresión, o es muy intenso puede afectar gravemente la vida de quien lo padece. Por ejemplo, en los adultos podría originar accidentes o incluso afectar su vida amorosa.

Factores de origen

En relación a las causas del TDAH, el doctor explicó que no existen, pero sí hay factores que pueden aumentar las probabilidades de su aparición. Entre ellos están el factor genético, que no es igual que hereditario, sin embargo es más incrementa las probabilidades de tener este trastorno si uno de los padres lo tiene. También está el factor anatómico, en el cual la parte anterior de la región frontal se activa menos energía, lo que afecta a la inhibición de impulsos y la atención.

Otros factores son funcionales, cuando la dopamina está alterada o también la “corriente de los mil días” en la que se debe observar si hay alteraciones en el niño en los dos primeros años de vida.