La Neurona Reina

Sábados 11:30 a.m.

¿Por qué decimos groserías?

17:53 horas - Miércoles, 4 Abril 2018

Probablemente alguna vez hayas sufrido algún tropiezo en forma casual, o algún otro evento poco cotidiano como golpearte el dedo del pie, esta eventualidad genera de forma automática una expresión de palabras subidas de tono, groserías, injurias, blasfemias, etc.

Pero, ¿por qué lo hacemos? ¿Qué ganamos con insultar a la pata de la mesa? El daño hecho está y, a decir verdad, quizás la culpa no sea tanto de la mesa por estar allí sino más de nosotros por no ver el obstáculo en el camino. Maldecir en estos casos parece ser algo casi instintivo y, de hecho, cumple una función.

Cuando nuestro cuerpo siente un dolor generado por un agente externo, nuestro sentido de supervivencia cree que alguien nos está atacando, como si un animal nos hubiese mordido, o un personaje quiere sacarnos fuera del grupo, entonces nuestro mecanismo de defensa nos pone en “modo pelea”.

La amígdala emocional que es el corazón del cerebro, nos dice: “Alguien nos esta atacando, prepárate para la lucha”, frente a ello aparecen hormonas: La adrenalina y la testosterona.

La adrenalina inhibe la sensación de dolor, cuando uno está lleno de ella siente menos las cosas, eso se ve mucho en el fútbol, con el calor del partido uno recibe golpes y no lo siente hasta que acaba el mismo luego cuando los músculos se enfrían viene todo el dolor, esta hormona te prepara para eso.

La adrenalina y la testosterona nos empujan a hacer cosas que normalmente no haríamos.

En una montaña rusa, también uno grita, ya que tranquiliza a nuestro cerebro, el cuerpo se prepara para eso. Esto también se ve cuando los chimpancés, se enfrentan entre sí, gritan para sentirse más fuertes.

Nuestro cuerpo al recibir estos dolores grita y hace que hablemos groserías para inhibir los dolores y nos hace más capaces en el mundo.


Las más leídas

Lo último

Peruano opina